«(…) Esa tierra pelada, despojada de su huella digital agropecuaria, es el principio creativo de una identidad. Si la identidad está ahí, en ese (y ahora sí) balance delicado entre el principio de creación y el de purificación —en El recreo— el agua será la implosión del principio creativo que vuela por los aires cualquier contorno posible. En esa frontera, la identidad se vuelve positiva, una fuga constante que lava el niño con su propia agua (…)»