Por Alejandro Frías para El Sol
«Sin dudas, éste es un buen año editorial para Luis Benítez. Después de que, en agosto, el sitio publicatuslibros.com hiciera una edición de sus obras completas en tres tomos, ahora El Fin de la Noche acaba de sacar a la calle Manhattan song (cinco poemas occidentales), textos que Benítez escribió entre 1992 y 1993, cuando vivía en Nueva York.
Puestos a la espera de la madurez y la maceración, casi dos décadas después ven la luz estos escritos, compilados en un volumen que se divide en cinco capítulos-poemas: Una tarde en el Jurásico, El Hudson, Cinco contrapuntos para Erasmo de Rotterdam, Garbo’s Building y Una borrachera de Pico de la Mirándola, en los que, tal como la heterogeneidad de las referencias en sus títulos lo indica, se mezclan los tiempos y los espacios.
Todos estos años de gente. Manhattan song, a primera vista, parece ser una mirada más de un latino más en esa ciudad que es el centro del mundo occidental, pero apenas uno se pone a nadar en ese mar, o mejor, apenas uno comienza a perderse por esas calles ecuménicas y políglotas que propone Benítez, descubre que no se habla de un lugar y un momento cualquiera, sino que lo que se encierra ahí es la historia de la gente de a pie, de la que trabaja y sobrevive, de la que emigra y se integra, de la que huye corriendo hacia delante.
Así, es la vida la que se abroquela en este canto a Manhattan; la vida de las personas que hacen la ciudad. Por eso, vistos a la distancia de las casi dos décadas trascurridas desde su escritura y de la casi década de la lluvia de fuego de los aviones sobre las Torres Gemelas, los párrafos de Benítez prefiguran los destinos de esa nueva Roma.
“Lo que me salva me pierde”, dice Benítez en Manhattan song, y también: “El hombre es el único animal que muere por ética/ y ese es el más provechoso elogio de su locura”.
Y todo eso es lo que se conjuga en este nuevo poemario, que nos lleva desde lo realista a lo épico sin concesiones. (…)
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