“Sólo una tarde rompió su propia regla y preguntó sobre su pasado:
—¿Alguna vez antes fui así de feliz? —Sus compañeras de la biblioteca la miraron sin saber qué responder. Y en el fondo para ella fue un alivio.”
En estas páginas late en silencio una sospecha. La de saberse en el lugar equivocado, la de verse a uno mismo como protagonista secundario. La presunción del dolor, la conciencia de la fugacidad.En la habitación de un hospital, junto a la ventana, una mujer comprende que ya no es capaz de mirar a los ojos a su marido enfermo. De pie sobre el tatami del Dojo, un chico enfrenta por primera vez la posibilidad de la muerte. La revelación se esconde siempre en las cosas más pequeñas: un paso más hacia el balcón, cerrar una hornalla, marcar su nombre en un papel, el encuentro de la sangre con un lienzo vacío.
Lo único importante en el mundo se forma y se escapa entre espacios, objetos y relaciones. En lo que ocurre, como solía decir Kieslowski, cuando cerramos la puerta de casa y nos quedamos solos ante nosotros mismos. Así son los cuentos de Azucena Galettini. Entre la ironía y la fragilidad. Entre el grito y la calma contenida. La crueldad de saberse a un paso de la verdad y, sin embargo, la imposibilidad de entender si acaso el secreto hay que buscarlo en la luz, o en las sombras.
Samanta Schweblin
Azucena Galettini (Buenos Aires, 1981) es Licenciada en Letras por UBA, institución para la que investiga dentro del Instituto de Literatura Hispanoamericana. Se desempeña como traductora, correctora e intérprete para diversas editoriales, empresas y medios gráficos. Sus relatos y artículos han sido publicados en revistas digitales y de papel en la Argentina, Chile, México y España. En 2006, el Fondo Nacional de las Artes distinguió a este libro con una mención especial.
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