“Nadie vive solamente de palabras” dice un poema de Miguel Santoro. Se vive en casas (se sueña y se obscurece en ese objeto primordial), pero las palabras o la casa están edificadas con el tránsito, los ecos, las sombras y las apariciones fugitivas. Forman en esta poesía una trama, una historia, una narración, un relato al que nunca se accede ni nunca se entrega. La proeza de estos poemas es dar voces a los múltiples desencantos de esas probables historias rotas; así como el verdadero ser de las casas son las ruinas (“…niega su porvenir entre los escombros de una casa”), el verdadero ser de las palabras es la desencantadora ausencia, o la espera de nada que tenga una silueta reconocible. Lo que se espera en estos poemas es el nominar de una certeza sabida desde siempre, como en el sueño (“tal vez toda memoria nace/durante el sueño y muere cuando el cuerpo despierta”).
No son entonces objetos los que entrañan la oscuridad o la sombra, sino un “él” o un “yo” reunidos y en absoluta distancia entre sí y frente a las cosas, frente a las historias desdibujadas. El sujeto de esta poesía permanece detenido en la tenaz extrañeza para brindarnos una inapelable sentencia que no iluminará el desconcierto de nuestra cotidianeidad, sino que nos sorprenderá como si fuéramos habitantes de una casa, o un mundo poblado por ecos, reverberaciones y balbuceos, en el que cada puerta es “otro desierto por abrir”.
Jorge Panesi
Miguel Santoro nació el 30 de diciembre de 1963, en San Isidro, provincia de Buenos Aires. Se recibió de Licenciado en Letras en la Universidad de Buenos Aires, y desde hace unos años se dedica a la docencia en institutos terciarios. Autor hasta la fecha de los libros de poemas Los objetos a oscuras, El principio del azar y De noche y otros poemas, trabaja, además, en Un cuerpo entre las sombras (cuentos) y Salta (novela). Éste es su primer libro publicado.