Por Ariel Pavón para Lazonaesmerilada
«Pensar lo autobiográfico tiene que ver, más bien, con asomarse a una literatura que de pronto se acerca con insólita frecuencia al universo de lo íntimo. En este sentido, el hecho de que El bienestar adopte la forma del diario personal significa que profundiza la ilusión de lo doméstico para, a partir de allí, construir sentidos que se pongan en contacto con el ámbito de la producción literaria.»
«(…) Allí es posiblemente donde más irónica se vuelva la novela, con su ardua enumeración de fármacos -que, cuando no resultan suficientes, bien pueden ser reemplazados por otros de uso veterinario- y de prácticas terapéuticas que van constituyendo un verdadero instructivo paródico de la autoayuda. ¿Qué es el bienestar?, es la pregunta que campea por las páginas de la novela, sin expresarse nunca del todo, escamoteada por otras: cómo se obtiene, cuáles son los pasos que conducen a él, en qué se manifiesta. La respuesta, esquiva, como cabe suponer, parece delinearse a través de sus objeciones.
Como lectores asistimos no a la historia de un derrumbe, sino a la de una especie de cambio de estación, al lapso en el que resulta difícil establecer tanto la contundencia de la estación entrante, aún demasiado tenue, como la de la saliente, ya definitivamente tardía pero aún llena de matices que no dejan de manifestarse con una persistencia entre lo heroico y lo conmovedor. (…)»
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