Por Patricio Zunini, para Hablandodelasunto
«(…) En alguno que otro texto puede haber situaciones de hijos que matan a padres, pero lo que aparece tremendamente es matar al padre en defensa propia porque el padre te mata. Aparece como respuesta desesperada. No tanto como un acto de afirmación de libertad, que siempre lo es, sino también y sobre todo como un acto de sobrevivencia elemental. No hay manera de vivir de otro modo. Es muy fuerte la cosa del filicidio. Me horrorizó ver en las generaciones de postdictadura un imaginario donde aparecían todo el tiempo una especie de horrible certeza: que los padres que se representaban en esos relatos o querían directamente liquidar a los hijos, matarlos sin eufemismos, o tenían frente a los hijos una especie de deseo de negar su existencia. Es tremendo. No tiene que ver con un deseo real de los padres de la generación de militancia —en la cual yo también me incluyo dentro del coletazo más joven—, pero los hijos han percibido en mandatos paralizantes que no les han permitido desarrollar la existencia. Muy particularmente el mandato progre típico: “sé rebelde”. Es un mandato incumplible: si soy rebelde estoy obedeciendo y si obedezco… No hay modo de ser en ese ser rebelde. Y aparecía el reproche y el desprecio, las frases “ustedes son unos derrotados, nosotros éramos los militantes, ustedes no hicieron nada (…)»
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