Por Daniel Link para Revista Ñ – 10/8/2012
Las personas mayores, ¿a qué hora volverán?” No diré quién es el autor de este verso, porque cualquiera puede localizarlo en Internet e, incluso, corregir su puntuación (que he distorsionado ligeramente).
Las personas mayores (colectivo en el que me incluyo) tienen con las nuevas tecnologías digitales una relación ambigua: algunos miran con sospecha los mecanismos de publicación, distribución y lectura que la red promueve, y otros los elogiamos hasta la exasperación.
No es el momento para retractarse por antiguos entusiasmos pero sí para expresar un reparo respecto de la relación de las tics (“tecnologías de la información y la comunicación”) con el universo literario (los textos, y sus cultores: autores, lectores).
Las nuevas tecnologías digitales fueron y son un umbral de transformación (del conocimiento, pero también de lo estético) y no, como pareciera por el uso que de ellas hacen algunos jóvenes inescrupulosos, una lanzadera o trampolín para llegar a las mismas alturas de cinismo, autocomplacencia y elitismo propios de la cultura letrada de finales del siglo pasado.
Es extremadamente curioso que, entre nosotros, nadie haya todavía investigado las posibilidades de las ciberediciones. Alejandro Quesada, con su espléndido Mar de pijas y Max Gurián, con su sabio Condominio, son excepciones a la regla: ellos eligieron publicar sus libros según la modalidad “por demanda”. ¿Alguien, además de Mariano Blatt, reseñó esos libros o evaluó esa apuesta?